viernes, 17 de diciembre de 2010

La imaginación al poder


Hace un tiempo me enseñaron que no había nada más en este mundo que sentidos, significados. Y encima, para colmo, que no eran eternos ni verdaderos. No emanaban de ninguna fuente sagrada de sentido universal, sino que eran construcciones sociales, por lo tanto históricas y por lo tanto humanas, no muy distintas a cualquier otra construcción humana como podía ser un tostado de jamón y queso. Por lo tanto si el mundo no era más que construcciones de sentido y esas construcciones eran puramente humanas: eureka! podías construir el mundo simplemente con abrir tu boca.

Justo ahí cuando ya te estabas imaginando arriba de una montaña con las pelos al viento cual Moisés y a punto de hacer carne al verbo para que habite entre nosotros, te avisaban que sí, que todo muy lindo pero que vos no ibas a crear nada. Que no podías, porque todo lo que ibas a decir ya había sido dicho y que las significaciones te entraban y salían por todos los orificios del cuerpo y que no te quedaba mucho más que abrir la boca (y el culo) para que obraran a su antojo. Bajón. Pero entonces quien lo hizo? te preguntabas: si es social, es humano, carajo! algún humano social como yo lo habrá hecho no? Bueno, pero era histórico también, así que eran humanos y viejos, o sea, mucho antes que nacieras ya estaban todos los significados posibles servidos en el buffet y a vos no te queda otra que llenarte el plato y atorarte como un pato en un restaurant chino del once.

Cabe destacar que yo era joven y como tal, quería la revolución. (Y además nunca me gustaron los tenedores libres chinos.) Si lo primero y lo último que había eran sentidos, la revolución tenía que ser en el campo de los sentidos. Pero el concepto de ideología me pateaba el culo y se me hacia como un alambre de púas que nos tiene a todos atados de la lengua.
Como haces para sacártelo? si la misma lengua, las púas del alambre y el dolor que te causan son sentidos construidos también? Si la palabra alambre está tan ideológicamente ligada a la palabra púas que esa misma cadena de significantes ya es un acto ideológico que habla por tu boca?
Puta madre, ni hablar de no hablar se podía.

Justo ahí tenía la fantasía de encontrar una cadena de significantes nunca antes construida. Te imaginás? Unir dos palabras tan extrañas entre si que nunca antes se hubiesen olido de cerca. Y ser yo la que las presentara, las pusiese juntas y mirara si se producía la magia.
Extrañarlas, confundirlas, sacarlas de contexto, que no supieran como reaccionar y que si o si tuviesen que improvisar algo nuevo. Decir lo nunca antes dicho como forma de liberación trascendental que cambiaría el mundo para siempre en un simple acto de enunciación. El final.
Eso era la revolución sin dudas. La única posible.

Todavía ando buscando eso.
De vez en cuando creo presentir la magia y se me diluye. La muy turra me saca la lengua de entre los clichés y los lugares comunes.
Malditos autómatas condenados a hablar todo el tiempo y nunca poder decir nada.

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