miércoles, 30 de marzo de 2011

Hamlet

A veces cuando voy en el colectivo pienso: Y si no estoy sentada en mi asiento calladita como creo? Y si en verdad estoy gritando todo esto que estoy pensado, hablando en voz alta, murmurando con los ojos perdidos y movimientos continuos todos estos pensamientos que creo saber mantener del lado de adentro de la boca? Honestamente, no tengo ninguna prueba irrefutable de que no. Más cuando hay veces que me escucho un pequeño susurro, un final de frase absolutamente audible e incoherente y me aterro. Me toco la boca para sentir si estoy hablando. Miro la cara de la persona sentada al lado mío tratando de adivinar un gesto de estupor que me devele la realidad: Que estoy gritando, que ya todos lo saben, que soy la loca del colectivo, la de todas las mañanas y que hacen que no me escuchan. Y me ignoran, como yo ignoro a los loquitos esos que te pasan por al lado en la calle hablando solos, perdidos en sus tribulaciones y atados al pasado. Uno de esos a los que jamás pasarías y le dirías: che, vos sabés que estás loco, no?

Cómo me voy a dar cuenta cuando me vuelva loca? Cuál es el límite en el que algo que haces ya no es normal? Cómo lo distinguís? Cómo detectas que una cadena de pensamientos es enfermiza e incoherente y te está destruyendo? Los locos no creen estarlo, entonces, qué me diferencia?

No puedo confiar en mi mente. Es la encargada de verificar sus propios productos. Pequeño conflicto de intereses, no?
No le pongo ni dos fichas a mi mente. La peor cabeza dura, capaz de distorsionar cualquier escenario con tal de justificarse. Capaz de discutir hasta último manotazo antes de admitir que dobló mal en esa esquina, que se fue al carajo. No me va a avisar cuando se prenda la señal roja de Warning. La muy perra me lo va a negar hasta con chaleco de fuerza puesto.

Lo único que me queda es ir haciendo pequeñas comprobaciones diarias. Juntando pruebas. Débiles pero muchas. Como los gestos en las caras de las personas en el colectivo. Pequeñas reacciones que no puedan disimular. Pruebitas que me sigan asegurando que este mundo y este cuerpo todavía es mío, que puedo habitarlo y decidir qué crear.
Que mi mente todavía no me tomó de rehén.
Que no perdí la única libertad posible.
Decime que todavía no la perdí.
Me aterra esa posibilidad.

Dame la razón, por favor.
Como a los locos.

martes, 29 de marzo de 2011

lunes, 14 de marzo de 2011

Facebookeame y decime Marta

Gente que pone me gusta en sus propias publicaciones. Gente que sube la misma foto con 300 efectos distintos. Gente que abusa de los puntos suspensivos. Gente que pone jaja en sus propios chistes. Gente que sube las fotos dadas vueltas. Gente que termina cada palabra con is, okis, holis, besis, amiguis. Gente que le deja a sus fotos el cartelón en amarillo fluo de fecha y hora. Gente que te etiqueta en fotos de carteras. Gente a la que "le gusta" absolutamente todas las cosas que subís. Gente que se pone los tres nombres y dos apellidos que diosito les dio. Gente que todos los viernes pone: que bueno que ya es viernes. Gente que te invita a eventos esta noche en Budapest. Gente que pone estados pasivo-agresivo-enigmáticos un sábado a la una de la mañana. Gente de edades avanzadas que sube fotos en tangas rojas y/o haciéndonos creer que está usando una tanga roja. Gente que no para de eliminarse y darse de alta todas las semanas. Gente que te da "toques". @gente que piensa que está en #twitter. Gente que sube fotos comprometedoras de otras gentes en estados comprometidos y no obstante los etiqueta, sobrecomprometiéndolos. Gente que cada tres meses su status rota de "soltero", a "comprometido", a "es complicado", a "me largaron" a "maníaco-depresivo" y de vuelta a "soltero". Gente que escribe comentarios de más de siete renglones. Gte q escrib como si le cobrarn x ltra. Gente que trata de escribir en otros idiomas y no les sale. Gente que trata de escribir en su propio idioma, y no les sale.

El que esté libre de pecado que tire el primer comment.

jueves, 10 de marzo de 2011

Post traumático

Este es el post que no quisieras leer. El que te jodería. El que diría exactamente eso que bien sabés y que seguís negando.
El post que probaría palabra por palabra lo que decidiste que no era verdad. Que no había pasado.
Este es el post que te dejaría llorando.
Por el que entrás una y otra vez a ver si lo escribí. A ver si ya me animé.
Este es el post.
Acá lo tenés.
Ahora andate.

viernes, 4 de marzo de 2011

29º

Me da la sensación que siempre tenemos más años de los que quisiéramos, de cómo nos sentimos. Me tomaría una poción que corrigiera este delay de un par de años, que me sacara la sensación de que 29 ya son muchos, que me siento de 26. Una poción que me hubiese dejado disfrutar mis 26, cuando quería tener 22.
Lo que más me preocupa es la certeza de que ya nunca voy a volver a estar de acuerdo con el documento y, al mismo tiempo, voy a sentirme estúpida a acá hasta que me muera por haberme creído vieja cuando no lo era.
Qué voy a pensar de mis 29 cuando tenga 38? y de mis 38 cuando tenga 56?: que era una boluda.
Qué jodido vivir el resto de la vida con la sensación de edad incorrecta.
Es más o menos como la sensación térmica.
Así de relativa y al pedo.

jueves, 3 de marzo de 2011

Siete de promedio

Creo que daría todos mis cuartos de talento por tener algún talento entero. Cualquiera. Podría ser uno poco trascendente, de esos que no te hacen famoso ni te dan plata ni premios.
No tendría problema con ser realmente buena en una cosa y apestar absolutamente en todas las otras.
Esto de ser tan estándar tiene sus limitaciones.